PARTE PRIMERA. PARTE SEGUNDA. PARTE TERCERA. INDICE DE LAS OBRAS CONTENIDAS EN EL TOMO PRIMERO. |
Si todos los empleados que enviaba España á América hubiesen sidocomo el autor de la presente Memoria, hubieran progresado lascolonias, y talvez no hubiera sido tan general y vehemente el deseode sustraerse de la dominacion de la metrópoli.—Miembro de una delas principales familias de Andalucía, y regidor ó Veinticuatro delayuntamiento de Jaen, su patria, D. Francisco de Viedma disfrutabaen España de una consideracion merecida.
El interes con que la Corte de Madrid empezaba á mirarsus establecimientos ultramarinos, y la actividad del Ministro Galvez,que presidia entonces el Consejo de Indias, iban cortando los abusosque se habian introducido en tan vasta y complicada máquina. Elbuen éxito que tuvo en Méjico el plan de colonizacion de Sonora,inspiró á su autor el deseo de extenderlo á otras provincias, y Viedmafué encargado de plantificarlo en Patagonia.
Las circunstancias que acompañaron este nombramiento merecenser referidas. Se escusaba Viedma por las muchas atencionesde familia, y por su ninguna aptitud para esta clase de empleos. Insistiael Ministro, y volvia á escusarse el candidato.—Por fin cansadoGalvez de la resistencia que encontraba en su protegido, mudó de conversacion,y le preguntó en qué estado habia dejado sus haciendas.—Viedma,que ponia todo su orgullo en pasar por el primer agricultorde Andalucía, le contestó, que á fuerza de cuidados y trabajos habialogrado llevarlas á un estado de prosperidad extraordinaria...."Esto es precisamente lo que quiere el Rey que V. haga en Patagonia",le dijo el Ministro, devolviéndole su renuncia.
Por primera vez esta porcion considerable del antiguo vireinatode Buenos Aires contaba con el celo de un hábil administrador. Sushabitantes, desatendidos y entregados á sus propios recursos, no habiandado hasta entonces un paso fuera de la senda obscura y degradantede la vida salvage. Las tentativas hechas por los Misionerosno solo habian sido limitadas, sino efímeras, y hasta el recuerdo desus trabajos evangélicos se habia borrado en aquellas regiones. Ladificultad de sojuzgar los indígenas, y la ninguna utilidad que prometiauna inmensa extension de tierras incultas, despobladas y, segundecian, estériles, las habian sustraido de la accion gubernativa deestas provincias. Los Vireyes, satisfechos con tener en su dependenciaá las fértiles campañas del Paraguay, y á los ricos valles del Perú,apartaban la vista de la parte meridional de su jurisdiccion, que mirabancomo la Siberia de América. Este abandono, ó mejor diremosdesprecio, duró hasta que Viedma fue in