EMILIO CARRÈRE
DE
MADRID
1918
A
JESÚS DE LAS HERAS
GRAN AMIGO, GRAN SIMPÁTICO,
VENCEDOR DEL AZAR
EL AUTOR
PABLO Verlaine tenía una sed fatal, una sed monstruosa y suicida, ybebió hasta la muerte. Tal vez oía la voz de una sirena fabulosa en elfondo glauco del ajenjo. El ruiseñor protervo iba al café D'Harcourt ybebía, bebía... Las cuartillas aguardaban en una carpeta, junto altintero feo, mezquino, de fosforero de café. El rincón era un suaveremanso melancólico en el triunfo de luz y de sonidos del loco París.
A veces, con el hórrido tintero y la pluma oxidada, que manoseaba elvulgo más gárrulo, Verlaine escribía un poema de maravilla. Pocas vecespodía pagar